
Imagina esto: estás en un restaurante, repasando el menú. Lees los entrantes, los platos principales y los postres. Cuando el camarero se acerca, decides: “Quiero la ensalada de primero… y el tiramisú de postre”. ¿Por qué recuerdas esas opciones tan fácilmente? Sin saberlo, acabas de experimentar los sesgos de primacía y recencia. Estos dos conceptos psicológicos explican por qué recordamos mejor lo que oímos primero y lo último que leemos.
Lo primero y lo último cuentan más
El sesgo de primacía sugiere que lo primero que escuchamos se graba en nuestra memoria de forma más eficaz. Por otro lado, el sesgo de recencia nos hace recordar con mayor claridad lo último que hemos recibido. Todo lo que queda en el medio, tiende a desvanecerse con mayor facilidad.
Piensa en una charla larga o una película: normalmente recuerdas el principio y el final con más detalle, mientras que los momentos intermedios se vuelven borrosos. Esto sucede porque tu cerebro favorece los extremos de la información.
Cómo mejorar tu memoria con estos sesgos
Si quieres recordar algo o lograr que otros lo hagan, aprovecha estos sesgos para organizar la información. Aquí tienes algunos trucos:
- Comienza con lo más importante: Lo que digas o leas al principio tiene más probabilidades de quedarse en la memoria. Por eso, si estás dando una charla o aprendiendo algo nuevo, pon el énfasis en los puntos clave al inicio.
- Termina con un refuerzo: Del mismo modo, los últimos datos que escuchamos tienen un impacto fuerte. Resérvate los mensajes más importantes para cerrar con ellos.
- Divide la información: Si tienes mucho que recordar, divídelo en bloques. Así, cada bloque tendrá su propio “inicio” y “final”, aprovechando ambos sesgos.
Cómo lo usan los grandes narradores
Los mejores escritores y cineastas lo saben: lo que deja una impresión duradera es cómo empiezas y cómo terminas. Las historias más poderosas captan tu atención al principio y te dejan pensando al final. Esto no es casualidad; juegan con los sesgos para asegurarse de que los momentos clave se queden contigo.
Piensa en las películas o libros que te han marcado. El principio te enganchó y el final te dejó impactado. Es una estrategia que hace que las historias se graben más profundamente en nuestra memoria.
Aplicándolo a tu vida diaria
Estos principios no solo sirven para charlas o presentaciones, sino que también puedes usarlos en tu vida cotidiana:
- Estudia en sesiones cortas: Si estás preparando un examen, estudiar en bloques cortos te ayudará a recordar mejor el material. Cada vez que empiezas y terminas, aprovechas los sesgos de primacía y recencia.
- Estructura tus conversaciones: Si tienes que hablar sobre algo importante, abre y cierra con los puntos clave. Lo que digas al principio y al final es lo que más quedará en la memoria del otro.
- Haz listas de tareas: Divide las tareas más importantes al principio y al final de tu lista para que no se pierdan en el proceso.
Aprovecha la memoria
Nuestra mente funciona mejor cuando organizamos la información estratégicamente. Recuerda: lo primero y lo último se fijan mejor en la memoria. Ya sea que quieras recordar algo, o lograr que otros lo hagan, estructura la información de manera que los puntos clave queden en esos momentos cruciales. Al final, nuestra memoria es una cuestión de saber jugar con los extremos.